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Monstruos eran los de antes (Parte I): El Vampiro

Introducción

Hoy no voy a reseñar un libro. En su lugar voy a hablar de los monstruos más conocidos de la fantasía y el terror, y de cómo lo que simbolizan ha ido cambiando a través de los años. La idea de esto surgió tras una charla (o más bien chat) con una amiga, y por opiniones de otra gente que daban por sentadas cosas sobre vampiros y otras criaturas de la noche (y el día). No es natural por lo visto que la juventud se ponga a indagar un poco en el asunto. Algunas miradas no ven más allá de Crepúsculo, y otras no más allá de True Blood o Anne Rice. Hay que mirar más atrás y ver lo que le hicimos a estos pobres bichos.
Porque todos en un principio eran monstruos hechos y derechos.
Hoy le toca el turno al vampiro.
Back in my day vampires sucked blood not cock
Proverbio popular
Nosferatu, el vampiro (una de las primeras películas del género)

Vampiro: de Nosferatu a Tinkerbell
Ah, el vampiro, alma sufrida, predador dotado de seducción, que brilla en la luz del día. Mal, mal todo mal. En la mayoría de los mitos de todo el mundo, el vampiro es una criatura espantosa, con más de cadáver que de humano, muchas veces sin cerebro pero casi siempre desprovisto de sentimientos, que atacaba por las noches para beber sangre, y en algunos casos devorar a la víctima.
El vampiro era el símbolo del terror nocturno, la criatura que acecha en la noche, que se mete en tu casa y te asesina mientras duermes. Es la muerte silenciosa que roba el alma, un hombre (o mujer) que ya no lo es más, solo un cuerpo vacío que tiene sed.
Bela Lugosi, el Drácula inmortal
Luego llegó Drácula, el libro de Bram Stocker, que popularizó y estandarizó la idea de vampiro. Le dio un nombre, un cerebro, voluntad, deseos... le dio sangre azul y un castillo. Le dio sirvientes y concubinas. Un gran libro (más en esa época) pero el primer paso para la transformación.
Si bien Drácula no es un conde seductor, el germen de la idea está ahí, aunque más como un control, la fascinación o hipnotización propia de su clase. No se vale de su atractivo sino de engañar la mente, de diluir la voluntad ajena.
Y recuerden algo, mis criaturas de la noche: Drácula también puede salir de día.
Con la llegada del cine, primero se tomó al vampiro como lo que siempre fue: un monstruo. Nosferatu, pelado, con largos dedos y uñas, paletas puntiagudas y orejas alargadas. Algo risible para nosotros pero en ese momento era otra cosa. La sombra del vampiro en la pared es el símbolo del viejo y primer vampiro, la oscuridad que toma forma y viene por nosotros.
Luego llegaron las otras películas... el viejo noble, con su capa y traje, su mirada penetrante, cada vez más humano y seductor. El camino se abre para lo que vendrá.
El otro gran giro (aunque supongo que hay precedentes) lo marca la llegada de las Crónicas
Lestat, el príncipe malcriado
Vampíricas de Anne Rice. El vampiro pasa de ser algo que acecha en la oscuridad para ser algo que acecha dentro de nosotros. Es, entre muchas cosas, el alma inmortal que sufre por lo que se ha convertido, pero que no puede detenerse. La historia nos la cuenta el vampiro, su sufrimiento, su pérdida de la humanidad, los horrores de alimentarse de otros, de vivir en la oscuridad (más de una vez se ha dicho que Rice estaba hablando de la homosexualidad). Pero también viene con ello la belleza inmortal, casi afeminada. El vampiro es ahora un galán que rompe corazones, aunque también los extrae del pecho y los chupa como una naranja.
El vampiro, aunque transformado sigue siendo un símbolo de algo, más acorde a nuestros días.
Luego vinieron cosas menos conocidas que trataron de tomar lo mejor de cada tipo de vampiro. Me refiero a los juegos de rol como Vampiro la Mascarada o Vampiro el Requiem. Aquí se puede ser desde el vampiro horroroso hasta el alma sensible y seductora. Y más allá de la diversión que brinda el juego, el mensaje es claro: habla de la degeneración del alma humana, de la caída en los vicios y el abandono de las virtudes. A medida que uno juega va viendo como el personaje que con tanto amor ha creado cada vez se preocupa menos por ser humano y más por saciar su inacabable apetito... algo que suena mucho a los tiempos que corren.
El cine y la literatura siguieron su camino, las piezas de dominó siguieron cayendo una tras otra. El vampiro pasó a ser héroe, cazador de vampiros malos, de todo...
Y de simbólico nos descarrilamos y caemos en el sex symbol de Crepúsculo: una cáscara bonita, una falsa profundidad y pesar para resultar más atractivo. Una fortaleza dulce, un alma sensible (por no decir otra cosa). Aquí el vampiro ya no representa los miedos, ni externos ni internos, sino que representa el ideal de la belleza de una quinceañera.
A veces me alegro que la gente todavía lea, y a veces me horrorizo de lo que la literatura ligera hace.
¿Qué deparará el futuro a nuestros amigos? No lo se, no se si quiero saber. Pero ellos esperan, y tienen toda la eternidad para ser (y padecer) lo que el público quiera que sean.


En la próxima entrega, el hombre lobo.

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6 comentarios

  1. Muy bueno!
    Esperemos que lo que depare sea una vuelta a los orígenes. Ya se han alejado tanto que dentro de poco va a ser original.

    Y un poco se está dando, de a poquito, de a poquito, volverán a aterrorizar y no a brillar como divas de Las Vegas.

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    1. No es la brillantina lo que los hace ver gay, es lo de adentro" - Albert Einstein.

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    2. Creo que esa cita estaba en uno de los carteles del colegio

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    3. Lo cual me hace pensar... ¿qué hacías vos o Einstein en el baño equivocado?

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  2. Cuan cierto es. Creo que Crepúsculo ya es el colmo de los colmos ¡Un vampiro brillando a la luz del sol! al menos en series como True Blood se mueren. Pero sí, aun tienen fallos.
    Un beso

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    1. Hay que analizar un poco por qué está pasando esto con los vampiros. El ser humano dejó de tenerle miedo a la oscuridad y la noche, y era lógico que el viejo vampiro fuese mermando. Pero la vanalización del vampiro interior, del humano atormentado... no entiendo si es que ya no tememos dejar de ser humanos o nos estamos convirtiendo en los verdaderos monstruos, sin necesidad de chupar sangre.
      ¡Gracias por comentar!

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